La Página de la Cucha
Sólo deseo que esta historia sea, para cada uno de ustedes, un soporte en las horas difíciles, un ejemplo de cómo aceptar la vida, tratando de vivirla intensamente cada día en un presente que es lo único que podemos atesorar...
23.9.18
16.5.17
Un simple recuerdo fue suficiente
Hoy me desperté pensando en muchos momentos sucedidos durante el tiempo pasado y aunque sin sentirlo, vuelvo a recordar mi ayer.
Es lógico que mi camino cada día me vaya conduciendo a la meta de la carrera que como todo ser humano, tiene su final... pero me siento muy bien, vivo tranquila en esta comunidad y con la familia que se ve aumentada con los pequeños que llegaron uno tras otro. Todos amorosos conmigo, y es admirable como me reconocen, sobre todo Arantza, hija de mi nieto Guillermo. Desde antes de tres meses nacida ya me clavaba sus ojitos con una fijeza que, créanme, me emocionó mucho y ahora casi de un añito y los demás algo mayores, todos mis engreídos... cuando empiezo a escribir recordando el pasado y los hechos actuales, los tengo muy presentes, sobre todo porque me preocupa nuestra seguridad y el estado actual de nuestro país. Hay ya muchas sombras negativas que poco a poco nos van desafiando, por más que se quieran ocultar las distintas tendencias y -por qué no decirlo- las ambiciones y la falta de liderazgo, hay peligro.
Una situación hasta ahora desconocida por nosotros pero que aún persiste en muchas localidades del país, es un calor tremendo que nos ha azotado este verano. Felizmente va disminuyendo, pero hemos llegado a los 33 grados en algunas localidades y ha llegado con una fuerza y destrucción que no recuerdo de antes. Siento una profunda pena por todos los que han sido más afectados y maltratados. Pero ya empezó el socorro y una gran ayuda.
Siempre le he dado gracias a Dios porque con su amor infinito me ha protegido y prodigado con su amor en muchos pasajes de mi vida. Pero también quiero darle gracias por haber nacido en el hogar donde empecé a conocer el mundo y el amor de los míos.
No lo podrán creer, pero aún me veo muy pequeña en el gran salón de nuestra bella casona al lado de la amorosa tía Raquel, hermana de mi papá, escuchándola tocar el piano ¡No tendría ni cuatro años! Y al igual que esto, recuerdo estar con mi hermano Lizandro, de dos -muy pequeño, pero ya caminaba-, trepados lo dos en un banquito, mirándo el inmenso y bello salón en el que por alguna fecha estaba reunida la familia y amigos. Como hicimos bulla, mamá nos envió nuevamente a nuestras camas...
Como si fuera ayer recuerdo que con la tía María Mercedes o mamá diariamente salíamos en dirección a la Alameda de los Descalzos, que lucía bellísima, y junto con otros niños nos divertíamos de lo lindo. Al igual también recuerdo al malecón Leguía, al borde de río Rímac, de blanco mármol y sus juegos para niños. Siento una profunda nostalgia cuando comparo el presente con ese ayer bello e inolvidable y, más aún, sabiendo que empezaron a destruir esa belleza para hacer en ese lugar el traslado de vehículos hacia él.
Como niña dulcera y ocurrente, ya conocía los sitios a los que me llevaba mi tía a gozar de los primeros helados Peziduri de diferentes colores y deliciosos sabores. Además, en una esquina que conocía muy bien en la vereda de la plaza de Armas, se instalaba el vendedor de churros sabrosísimos hechos y vendidos por un joven italiano muy amable y educado que recuerdo los freía en una inmensa sartén de forma contínua, y luego los cortaba de acuerdo con el pedido… ya todo eso se fue, se lo llevó el tiempo. Lo mismo que a muchos momentos de inolvidable felicidad...
Pasó el tiempo, cambiamos de lugar y nos fuimos a Miraflores. Y, como niños pequeños, Lizandro y yo por primera vez gozamos los campos cubiertos de árboles y bellísimas plantas y su gente buena, cariñosa, y acequible para cualquier cosa que necesitábamos. Luego fuimos conociendo el antiguo Miraflores, bellísimo... todo era perfumes de flores, magnolias, dalias, rosas y, bueno, no alcanzaría de contar... casas antiguas lindísimas. La gente afable y sencilla, y algunas familias más acomodadas, que la mayoría era alemanas o inglesas. Y había bienestar con los nuestros, y era frecuente el saludo en algún momento sin ser amigos.
¡Y mi grupo inolvidable del barrio! Que nos fuimos conociendo a pesar de ser todos de diferentes tipos y diferentes clases sociales (lo que se decía antes), pero éramos sobre todo bien educados. Recuerdo nuestros partidos de fútbol y de volley los días domingos, las retretas de los viernes en el Parque Central. Luego, más tarde, las fiestas de Carnaval lindísimas en el club Regatas de Chorrillos y el Parque de Barranco y luego también en el club de Miraflores. Los domingos íbamos a la playa y luego, aprovechando que el maestro Laureano Martínez tocaba un piano en el salón principal, gozábamos bailando hasta las dos de la tarde.
No sé que siento recordando… la vida siguió adelante con sus buenos y sus malos momentos (los malos sobre todo por culpa de los políticos). Ya eso cambió por completo: la vida tranquila de Lima y de los pequeños balnearios.
Bueno, después seguiré.
Cucha
9 de marzo del 2017Cucha
25.2.17
Perú, gigante dormido ¡despierta!
Estoy
segura de que cuando el Dios creador terminó su obra en el séptimo
día, para tomar un descanso, se apoyó en aquel mundo virgen que
recién nacía: aquél punto donde posó su mano omnipotente y
divina, luego se llamó Perú.
Y no fue sólo un acto maquinal, no fue una premeditación, sino que sólo bastó ese roce de su piel en nuestro suelo para que, al hacerlo, nos dotara de la oportunidad de convertirnos en el lugar más fecundo y progresista de la humanidad.
Esta, nuestra patria, fue poblada por el mayor imperio que existió en América del Sur. Raza fuerte, hábil, de mente increíblemente brillante, altiva y guerrera, cuyas obras día a día nos llenan de asombro al ser descubiertas. Adoraron al dios creador que nombraron Inti, y fue el guía que los llevó a superarse y alcanzar la fama conocida y admirada del gran Imperio del Tahuantinsuyo.
Recuerdo que, siendo estudiante, en el curso de Historia del Perú, siempre admiré aquel discurso pronunciado por José Domingo Choquehuanca -perteneciente a un entroncado linaje de Huáscar Inca-, que en fervorosa peregrinación llegó hasta Pucará con el fin de saludar a Bolivar, a su paso por aquel lugar.
Desgraciadamente, no puedo sino reproducir algunos párrafos que se me grabaron por su hondo significado: “Quiso el Dios de los ejércitos formar un imperio y creo a Manco Cápac...”. Luego otro fragmento: “Pero pecó su raza y nos mandó la esclavitud y después de cuatro siglos de expiación se ha apiadado de nosotros y nos ha enviado a vos… Para que alguien se igualara a vuestra fama, habría nuevos mundo por descubrir…”. El final, el más recordado, termina así: “Con el transcurso de los siglos, crecerá nuestra raza, como crecen las sombras cuando el sol declina”. Recordando el pasado, siguiendo el curso de los más resaltantes acontecimientos históricos, y analizando nuestro presente, me cabe preguntar ¿cuánto de verdad se encierra entre las líneas de ese memorable discurso, si lo aplicamos a nuestro acontecer nacional?
No puedo explicarme como la ambición es y será siempre la causa principal de la destrucción de los más poderosos, del aniquilamiento de imperios sólidamente constituídos, de la pérdida completa de altos valores morales y espirituales de nuestra sociedad actual. En una nación, o en el seno de muchas familias morales y honestas.
Fue esta la causa que desmembró a nuestro poderoso imperio, por las divergencias entre los hermanos y enemigos Huáscar y Atahualpa. Y fue así también que nuestro cautiverio cruel, humillante y caído en la más abyecta situación, tuvo que esperar largos siglos de dolor par que fuéramos redimidos de la esclavitud, empezando a surgir en el alma de todos el amor a la patria, regada y purificada con la sangre de los mártires.
Las cruentas luchas en la época de nuestra independencia demostraron al mundo entero que en el corazón de todo peruano vibraba el valor, el espíritu de sacrifico y el heroísmo de hombres mujeres, ancianos y niños, muchos de los cuales cayeron para siempre, defendiendo lo que legítimamente nos pertenecía. Dejándonos como muestra ese pundonor a las generaciones actuales, las que desgraciadamente hoy lo ignoran, y a nuestros héroes y heroínas que son el símbolo de nuestro orgullo nacional.
Y luego de años de paz y esperanza, en aquella juventud renovada y deseosa de reconstruír nuestro país, tratando de situarlo en el lugar que le corresponde en el mundo ¿qué nos pasa? ¿Ha vuelto a pecar nuestra raza? Desgraciadamente es así. Ahora ya no somos esclavos de otros, pero somos víctimas de la corrupción, del desborde de las estructuras morales. No se sabe cuanto nos costó nuestra libertad como nación. El caos y el desgobierno nos agobian cada día más. Sufren hambre y necesidad los que nada tienen, pero los responsables de sacarnos adelante, olvidan sus deberes. El hambre de poder y la ambición de tener cada día más los hace olvidar de elevar a nuestra patria al nivel mundial que le corresponde y cada día la hunden y la desprestigian con equivocada actuación.
Espero que nosotros, los ancianos, con nuestra experiencia y los jóvenes con mejor preparación, nos unamos. Tenemos que trabajar en todo lo que esté a nuestro alcance, con capacidad de lucha, y no esperar que llegue nuevamente a nuestra patria un nuevo libertador, sino que cuanto antes nos decidamos a reconstruir nuestro presente, consolidar nuestro futuro y llegar al final de esta batalla dura, difícil y heróica para merecer sentirnos orgullosos de que nuestro trabajo y patriotismo merezcan escuchar algún día, al referirse al Perú, el final del discurso de Choquehuanca: “Con el pasar de los siglos, crecerá vuestra fama, como crecen las sombras cundo el sol declina.”
Perú, grande, noble y generoso ¡no te dejes vencer! Tú siempre has acogido a propios y extraños con tu amor tradicional. Tu suelo bendito sólo necesita la refrescante lluvia para florecer, No permitas que la inmolación de tus hijos sea estéril. Aún en el corazón de muchos de nosotros, late el amor a esta tierra que amamos y nos orgullecemos de ser peruanos ¡Levanta esa frente! Sigue adelante con decisión, empuje, fe y coraje. Recuerda que en tu suelo bendito estuvo apoyada “la mano de Dios”.
Perú, sacúdete de este letargo en el que estás sumido. Bello gigante dormido ¡despierta!
Con mis mejores deseos de amor y paz,
Sara de la Puente Raygada de Mesinas
Miraflores, 9 de marzo de 1991
Y no fue sólo un acto maquinal, no fue una premeditación, sino que sólo bastó ese roce de su piel en nuestro suelo para que, al hacerlo, nos dotara de la oportunidad de convertirnos en el lugar más fecundo y progresista de la humanidad.
Esta, nuestra patria, fue poblada por el mayor imperio que existió en América del Sur. Raza fuerte, hábil, de mente increíblemente brillante, altiva y guerrera, cuyas obras día a día nos llenan de asombro al ser descubiertas. Adoraron al dios creador que nombraron Inti, y fue el guía que los llevó a superarse y alcanzar la fama conocida y admirada del gran Imperio del Tahuantinsuyo.
Recuerdo que, siendo estudiante, en el curso de Historia del Perú, siempre admiré aquel discurso pronunciado por José Domingo Choquehuanca -perteneciente a un entroncado linaje de Huáscar Inca-, que en fervorosa peregrinación llegó hasta Pucará con el fin de saludar a Bolivar, a su paso por aquel lugar.
Desgraciadamente, no puedo sino reproducir algunos párrafos que se me grabaron por su hondo significado: “Quiso el Dios de los ejércitos formar un imperio y creo a Manco Cápac...”. Luego otro fragmento: “Pero pecó su raza y nos mandó la esclavitud y después de cuatro siglos de expiación se ha apiadado de nosotros y nos ha enviado a vos… Para que alguien se igualara a vuestra fama, habría nuevos mundo por descubrir…”. El final, el más recordado, termina así: “Con el transcurso de los siglos, crecerá nuestra raza, como crecen las sombras cuando el sol declina”. Recordando el pasado, siguiendo el curso de los más resaltantes acontecimientos históricos, y analizando nuestro presente, me cabe preguntar ¿cuánto de verdad se encierra entre las líneas de ese memorable discurso, si lo aplicamos a nuestro acontecer nacional?
No puedo explicarme como la ambición es y será siempre la causa principal de la destrucción de los más poderosos, del aniquilamiento de imperios sólidamente constituídos, de la pérdida completa de altos valores morales y espirituales de nuestra sociedad actual. En una nación, o en el seno de muchas familias morales y honestas.
Fue esta la causa que desmembró a nuestro poderoso imperio, por las divergencias entre los hermanos y enemigos Huáscar y Atahualpa. Y fue así también que nuestro cautiverio cruel, humillante y caído en la más abyecta situación, tuvo que esperar largos siglos de dolor par que fuéramos redimidos de la esclavitud, empezando a surgir en el alma de todos el amor a la patria, regada y purificada con la sangre de los mártires.
Las cruentas luchas en la época de nuestra independencia demostraron al mundo entero que en el corazón de todo peruano vibraba el valor, el espíritu de sacrifico y el heroísmo de hombres mujeres, ancianos y niños, muchos de los cuales cayeron para siempre, defendiendo lo que legítimamente nos pertenecía. Dejándonos como muestra ese pundonor a las generaciones actuales, las que desgraciadamente hoy lo ignoran, y a nuestros héroes y heroínas que son el símbolo de nuestro orgullo nacional.
Y luego de años de paz y esperanza, en aquella juventud renovada y deseosa de reconstruír nuestro país, tratando de situarlo en el lugar que le corresponde en el mundo ¿qué nos pasa? ¿Ha vuelto a pecar nuestra raza? Desgraciadamente es así. Ahora ya no somos esclavos de otros, pero somos víctimas de la corrupción, del desborde de las estructuras morales. No se sabe cuanto nos costó nuestra libertad como nación. El caos y el desgobierno nos agobian cada día más. Sufren hambre y necesidad los que nada tienen, pero los responsables de sacarnos adelante, olvidan sus deberes. El hambre de poder y la ambición de tener cada día más los hace olvidar de elevar a nuestra patria al nivel mundial que le corresponde y cada día la hunden y la desprestigian con equivocada actuación.
Espero que nosotros, los ancianos, con nuestra experiencia y los jóvenes con mejor preparación, nos unamos. Tenemos que trabajar en todo lo que esté a nuestro alcance, con capacidad de lucha, y no esperar que llegue nuevamente a nuestra patria un nuevo libertador, sino que cuanto antes nos decidamos a reconstruir nuestro presente, consolidar nuestro futuro y llegar al final de esta batalla dura, difícil y heróica para merecer sentirnos orgullosos de que nuestro trabajo y patriotismo merezcan escuchar algún día, al referirse al Perú, el final del discurso de Choquehuanca: “Con el pasar de los siglos, crecerá vuestra fama, como crecen las sombras cundo el sol declina.”
Perú, grande, noble y generoso ¡no te dejes vencer! Tú siempre has acogido a propios y extraños con tu amor tradicional. Tu suelo bendito sólo necesita la refrescante lluvia para florecer, No permitas que la inmolación de tus hijos sea estéril. Aún en el corazón de muchos de nosotros, late el amor a esta tierra que amamos y nos orgullecemos de ser peruanos ¡Levanta esa frente! Sigue adelante con decisión, empuje, fe y coraje. Recuerda que en tu suelo bendito estuvo apoyada “la mano de Dios”.
Perú, sacúdete de este letargo en el que estás sumido. Bello gigante dormido ¡despierta!
Con mis mejores deseos de amor y paz,
Sara de la Puente Raygada de Mesinas
Miraflores, 9 de marzo de 1991
17.1.17
Ayer
Ayer he recibido, además de los saludos, una inmensa alegría cuando
me he ido comunicando con todos los que se han acordado de mi
cumpleaños. La distancia para mí no existe... el amor de la abuela y
de la amiga en cada uno es único. Los extraño mucho, pero estoy
siempre pensando en su felicidad y su bienestar.
Gracias por sus abrazos, los sigo queriendo mucho, y hasta muy pronto, si Dios quiere. Un beso y un abrazo muy fuerte de la abuela y de la tía que tanto los quiere. Que Dios los bendiga.
Gracias por sus abrazos, los sigo queriendo mucho, y hasta muy pronto, si Dios quiere. Un beso y un abrazo muy fuerte de la abuela y de la tía que tanto los quiere. Que Dios los bendiga.
Cucha
17 de enero del 2017
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