6.2.16

El cumpleaños 93 - La Celebración





Un mensaje de amor

Queridos míos:

Quiero llegar hasta ustedes, motivada por la inmensa felicidad que me otorgaron, acompañándome con su cariño invariable y su persona en el día de mi cumpleaños, y hasta a los que a través de la distancia me hicieron llegar también su amor e invalorable recuerdo, hoy, 16 de enero del 2016.

Al cumplir mis 93 años, siento una extraña necesidad de acercarme a ustedes porque hay mucho en mi pasado que deseo que conozcan y, por qué no, ayudarlos con mis consejos y experiencia, si fuera preciso, en ese mañana incierto, orientándolos con la experiencia adquirida a través de los años, para que con valor, decisión y seguridad puedan afrontar este tiempo tan carente de valores morales y positivos. Además deseo que conozcan un don que me ha acompañado desde muy poco tiempo después de nacida: mi gran memoria.

Mis primeros recuerdos

No lo podrán creer, pero me sentí en brazos de mis padres y que salí con ellos a un lugar donde me asusté por lo que fue para mí un espanto. Luego supe que fue el río Rímac, que amenazaba salir de su cauce. Fue un acontecimiento que se presentó por el fenómeno del Niño, el que se recuerda como el peor hasta el día de hoy... ¡con decirles que cayó nieve en Lima!

Luego recuerdo estar en brazos de mi tía Raquel, hermana de papá, y a mi tía Esther que se agachó para recogerme el chupón que se me había caído.

En mi primer cumpleaños, me asusté con la luz del flash de la foto, y aún recuerdo el nombre de los seres queridos que me rodearon ese día.

Lo que sí me atormentó desde muy pequeña fue la cortedad que me hizo sufrir por el complejo de inferioridad que tenía, sobre todo cuando mamá me llevaba a la casa de mi bisabuelita materna en el día de su cumpleaños. Ella vivía en una gran casa, y estaba rodeada ese día de toda la familia Raygada. Era un complejo que los años y muchas circunstancia negativas me ayudaron a casi eliminarlo…

¡Cuánto he vivido y pasado¡ Pero sí, me rodeó mucho amor de los míos, padres abuelas, tíos. Desde que abrí los ojos en casa de mi abuelita María Cárdenas de de la Puente, madre de papá, recibí de ellos amor, ternura, ejemplos valiosos que tanto me han ayudado. Me educaron y prepararon para afrontar la vida. Nunca me hicieron conocer todo lo valioso que nos rodeaba, el valor del dinero, joyas y grandezas, pero con mucho amor, me alistaron para afrontar la vida. Y esa formación que recibí, me ayudó después. De cada uno de los míos fui adquiriendo ejemplos que me han formado como soy.

A través del tiempo aprendí a ser igual a todos. Conocí la igualdad por ser un ser humano. Nunca supe de diferencias de razas ni condiciones humanas. Adquirí tal madurez , que con sólo de doce años, recibí en mis brazos a mi hermano José Armando, recién nacido, por la gravedad de mamá, y con un valor desconocido, lo crié y fue para mí mi primer hijo.

Pasó el tiempo inexorable. Fui conociendo el bien y el mal en las personas que recién llegaban a mi vida. Esta vida en la que, a pesar de que me puso a prueba en inolvidables momentos, también me otorgó inmensas alegrías e inolvidable felicidad.

Si me dirijo hoy a ustedes, lo hago porque mi mayor deseo es que me recuerden siempre y me sigan viendo como soy hasta estos momentos: segura, tranquila, ferviente, sintiéndome identificada con mi pasado y presente, tratando de aferrarme a él, que fue el baluarte que me protegió y me ayudó cuando más lo necesité.
Cuando se me cerraron las puertas por motivos ajenos y no pude seguir educándome como lo soñé para mi futuro, no lloré. Apreté los labios y me juré ser algo más, con afán. No me faltaba un libro que me ayudara a serlo. Leí a montones y siempre tenía uno a mi lado que no dejaba hasta su final, aprovechando los libros numerosos que papá guardaba en su biblioteca. Uno de mis más queridos y recordados rincones.

Pasó el tiempo , aumentó la familia y luego, cuando tenía 17 años, Guillermo, mi esposo amado , llegó a mi vida. Con él conocí la verdadera felicidad y prueba de ello es que ambos, con la ayuda de Dios, vivimos por muchos años juntos, inseparables. Así pudimos ir criando a la inmensa y maravillosa familia que tuve y que hasta ahora me acompaña. Y hoy, a mis innumerables pequeños, que me proporcionan la frescura de la vida con sus caricias, su inteligencia y sobre todo con su amor.

Un consejo: cuando el futuro se les presente difícil, duro o inalcanzable, aprieten sus labios, afiancen su fe. Propónganse luchar sin decaer para llegar a esa meta señalada, en la familia, en el amor y en las pruebas y objetivos que parecen muchas veces inalcanzables. No lo piensen más, que si una puerta se cierra otra se abre. Confíen en ustedes. No sigan consejos de quienes no conozcan bien y con suficiente energía díganse siempre SI PUEDO para ser alguien en la vida, admirados y amados por todos.

Créanme, no hace daño lo negativo, a todos nos rodea en este tiempo inexorable e inseguro, pero también nos rodea la belleza de las plantas, los mares y todo lo positivo que nos dejó nuestro amado creador. Sobre todo donde estuvo apoyada la mano de Dios al descansar después de crear nuestro mundo: esa huella que dejó se llamó Perú.

Hoy mi tesoro es mi inmensa familia: hermanos, hijos, nietos, bisnietos y dos tataranietos y mis amigos entrañables. Hoy mi hogar esta al pie de mijo César, en la casa parroquial y la paz que me rodea me da tempo para reflexionar, admirar el paisaje de bellos árboles y, al fondo, un lindo parque.

Hoy trato de ser un ejemplo de esfuerzo , valor y fe. Me siento en perfecta paz, sabiendo que en el cielo también me rodearán muchos seres amados que me estarán esperando. Pero no se preocupen por mi salud. Les aseguro que con mis 93 años todavía tendrán a Cucha para rato... si Dios lo quiere así.

Con todo mi amor, les envío este mensaje.

Cucha


16 de enero del 2016

10.1.16

Nacido en mi corazón

Empezaré por decirles que el motivo que me obliga a enviarles este mensaje es el de dirigirme a ustedes para que escuchen algunos consejos y, sobre todo, conozcan mucho mejor la realidad de nuestro país. Me dirijo sobre todo a mis nietos y bisnietos, que en su mayoría ya son padres de familia.


Anoche escuché un programa actual, como lo hago siempre, pero les puedo asegurar que nunca he comprobado tanta ignorancia sobre el motivo principal del tema: opinar sobre una serie de temas que no llegué a entender qué fue lo que pretendieron decir, en relación al futuro del país. Fue una jerigonza de palabras y opiniones que no decían nada. Me afané por escuchar siquiera un diálogo corto efectivo, pero... nada.


¿Saben? Lo que más me inquieta es lo poco que se conoce del país. Nosotros desde muy niños sabíamos que teníamos un país llamado Perú. Mis primeros conocimientos de la vida los adquirí sobre todo de los mayores que durante mi infancia me enseñaron con su ejemplo. Por ellos supe lo que tenía por patria. Había nacido en el Perú, al que empecé a amar desde que tuve uso de razón. Fui conociendo poco a poco su historia y vivencias. Aprendí escuchando a los míos, muchos de ellos protagonistas de hechos de gran importancia, sobre todo cuando la patria se los requirió para defenderla, hasta entregarle la vida. Por ellos aprendí que nuestra Patria era grande, generosa y que a través de los años se le consideraba como el “granero del mundo.”


Además, es el único país que posee cuatro regiones naturales: selva, sierra, costa y mar ¿Se imaginan cuanto podríamos lograr de ellas en su producción sin dañarlas? Si tuviéramos un pueblo educado e instruído y con amplios conocimientos del pasado, en el que estuvimos en situaciones que nos obligaron a defendernos hasta en desigualdad ¿Y qué pensarían de nosotros, si pudieran hacerlo, nuestros héroes que lucharon y dieron su vida por esta patria bendita? Si pudieran volver a la vida, no lo podrían entender. Se preguntarían ¿por esto, por nuestra patria actual nos sacrificamos? ¿Alguna vez, los que vivimos actualmente, se habrán hecho esta pegunta? ¿De qué valió su sacrificio?


En la actualidad, a la enseñanza de nuestra historia se le da tan poca importancia, cuando debería de ser la base de los que son niños y jóvenes. Que se esmeren por aprender y trabajar para adquirir una mejor vida, para asegurarse un mejor porvenir, al igual que a los suyos. Pero lo peor es que se habla con tal seguridad, que no se dan cuenta ni ellos mismos que no saben lo que dicen. Y esa falsa sapiencia, hace mucho daño.


Aún hay tiempo para pensar, con una mano en el corazón, a quién vamos a elegir como presidente. Que nos asegure que su mandato esté, sobre todo, basado en un programa de gobierno que nos vislumbre un futuro en conocimientos, el devenir de una patria progresiva de paz y seguridad con una dirección en el gobierno basada en amplios conocimientos de programas de prosperidad. Que se esfuerce principalmente en un trabajo basado en amplios conocimientos políticos y un programa bien elaborado, sin intereses particulares, que conduzca a nuestro país por caminos de paz, prosperidad, progreso, decencia y, sobre todo, pensando en el futuro de nuestros niños y adolescentes. Porque al nacer, no merecen tener que luchar sobre bases que no los ayudaran a tener PATRIA en el fututo...


Créanme, este mensaje me ha nacido en el corazón.


Los amo,


La Abuela Cucha



6 de enero del 2016

5.1.16

Corto mensaje

Este corto mensaje es para decirles que estoy gratamente agradecida por los elogios a mis esfuerzos por ayudarlos a conocer  nuestra historia en general, hoy ingratamente olvidada. No podemos ignorar a todos los que de una u otra forma han tratado de defender y hacer de nuestra patria un país digno, con historial de gran valor y que, sobre todo, merece ser tratado como se debe. No permitir que sea incierto e inalcanzable el destino de nuestros  jóvenes. Que sus deseos y destino sean amplios, seguros  y limpios... y no así el de personas que sólo  piensan en el dinero y la ambición.

Por eso seguiré enviándoles todo lo que pueda, hasta que me lo permita la vida.

Un abrazo con mi bendicion de hermana, abuela, bisabuela y tatarabuela, y muchos besos.

Los amo a todos.

Cucha

Enero del 2016

3.1.16

Un recordatorio de la Lima que conocí y el hoy, con un incierto porvenir

(Primera parte)


La razón de esta historia tiene por objeto analizar y comparar el pasado con el presente. Es un mensaje sobre la situación por la que estamos pasando, y, sobre todo, por lo que recuerdo de ese pasado, con momentos álgidos, de incertidumbre, y también de situaciones positivas. Hacer conocer muy someramente a los que tuvieron en su manos los destinos de la patria.

Le doy gracias a Dios que me permite recordar tanto tiempo pasado y no olvidar pasajes ni personajes que de hecho tuvieron en sus manos el destino de nuestra patria. Muchos ignoran (por el hermetismo que la rodeó) esta historia que empezaré a relatares basada solamente en mis recuerdos. 

Y así les digo que desde muy pequeña conocí al presidente Augusto B. Leguía, al cual me parece estar viendo cuando, en sus diarios recorridos por muchas calles de Lima, lo veía pasar, galante y sonriente, haciéndose querer por todos los ciudadanos de entonces. Sobre todo por lo que veían las personas mayores limeñas en él: a la persona que podía sacar adelante al Perú después de que nuestra patria quedó destrozada por efecto de la guerra del 79.


Todo lo bello que posee Lima es el resultado de su esfuerzo: fue desapareciendo la pobreza, vivimos un renacer, nos sentimos seguros y protegidos (lo supe primero por los míos, yo tenía pocos años, pero después por mis estudios). Hubieron algunos que no coincidían con él, pues tenían fortunas acumulas por herencia o por otras causas, y ellos fueron los que empezaron a molestar en todo lo que pudieron. Y más se agudizó el cambio con la llegada de Haya de la Torre a Lima. Este era un estudiante peruano llegado del exterior con un título de estudios.


Al comienzo no se hizo conocido, pero empezó -seguramente con un plan concebido de antemano- a reunir a jóvenes, la mayoría estudiantes, y formó con ellos su propio partido llamado Asociación Peruana Revolucionaria Americana (APRA), poniéndose al frente de ese movimiento que empezó a actuar. Cambiando poco a poco, reunió a un grupo grande de jóvenes, pues su hablar era muy persuasivo y viváz, y su plan fue lo que sucedió: el revocar y sacar del poder al presidente Leguía en su tercer período, al que lo llevó el pueblo peruano.


Lo tomó prisionero sin permitir que nadie lo visitara, y después de varios días en que no se supo nada de él, llegó la infausta noticia de que había fallecido. Ahora relataré lo que en verdad sucedió: el presidente Leguía era un hombre de dinero. Nunca cometió un acto reprobable, pero la nueva faceta del partido de Haya de la Torre ya había decidido acabar con él. Sabiendo el presidente anticipadamente que las cosas se pondrían peligrosas y dudosas, y para evitar grandes problemas, durante la noche se embarcó en uno de los buques de guerra, para dirigirse al exterior. Pero desgraciadamente le dieron alcance y, al subir a bordo fue cuando los miembros de la tripulación, ocho valientes y fieles marineros, lo cubrieron con su cuerpo y fueron criminalmente acribillados. Leguía fue tomado preso y lo llevaron al Panóctico -hoy Centro Cívico- (la cárcel para los enemigos civiles del gobierno). Encerrado, sin alimentos, prohibido de recibir ni a amigos ni a su familia, murió de hambre a los pocos días.


Durante el tiempo que pasó después, hubieron actos bochornosos, desgobierno, inseguridad. No se podía transitar por las calles sin correr peligro. Luego el descalabro llegó a los balnearios del sur. Nuestra casa en Miraflores estaba construída en el Malecón (hoy, de la Marina, el que sólo era un muro con tierra dura y aplastada): empezaron los asaltos en todas las tiendas de comercio y bazares. Hubieron saqueos y diariamente zumbaban las balas. Un día cayó una al filo de la ventana donde, segundos antes, se encontraba asomada mi tía Raquel.


Se cometieron actos tan terribles y deshumanizados que preferiría no contar, pero a uno de los oficiales que viajaron al norte para tratar de ayudar, fueron aprehendidos y mutilados tanto, que a uno de ellos lo reconocieron entre los fallecidos sólo porque usaba una bota más corta que la otra...


Paso un tiempo y para volver a vivir en paz, fue llamado a Lima el general Benavides, quien con gran esfuerzo logró apaciguar el estado de terror.


El General pidió volver a su esposa a Lima por la paz que ya se sentía, y esta bellísima dama, al llegar y ver como se encontraba el Palacio de Gobierno y el hambre y la necesidad del pueblo, llegó al comedor e inmediatamente, al ver la mesa llena de potajes, ordenó que todo lo preparado fuera repartido entre los pobres. Juntos lograron hacer renacer a Lima. Pasamos un tiempo de paz. En esa época yo ya iba al colegio y todos supimos nuevamente que la calma y la paz se habían logrado.


En Lima se empezó a organizar el Primer Congreso Eucarístico Nacional, tomando parte muchas personas y logrando un éxito total. Recuerdo que cada día se había dedicado a distintos grupos y nosotros los colegiales asistimos vestidos de gala. El día que nos tocaba ir, sabíamos que ya teníamos nuestro sitio reservado. Estábamos ubicados al costado de la tribuna oficial, pero al llegar, nos encontramos con que estaba ocupado por otro colegio. Nuestra directora reclamó el sitio y esto dió lugar a una discusión. La señora Paquita Benavides, al escuchar las voces, indagó lo que pasaba e inmediatamente habló con nuestra directora y nos invitó a subir a la tribuna oficial y es de imaginar nuestra alegría. Así era el corazón y la bondad de nuestra inolvidable señora Paquita de Benavides.


Terminando el período del presiente Benavides, subió al poder Manuel Prado, un personaje que recuerdo dedicado a la mejora del país. Con él tuvimos paz y progreso.

En el año 1943 ingresé a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que, dicho sea de paso, era una aspiración mía en mi afán por seguir creciendo y aprendiendo todo lo que me era posible. La vida en escuela fue inolvidable. Era un época que no se conocía lo negativo, sobre todo en la verdadera amistad. Todos los compañeros de la escuela eran excelentes. Formabamos un todo. Y una mañana llegó un nuevo alumno: Víctor Humareda. Aún me sorprende el ansia por alcanzar el saber y realizar lo que muchas veces nos nace del corazón desde nuestros primero años. Y esa es la figura exacta de lo que recuerdo fue la persona de Víctor: desde la primera lección demostró su arte maravilloso. Era humilde y bueno. Fue un compañero de estudios incomparable para mí. Nos ayudábamos mutuamente, pero él era más requerido por mí cuando me era difícil un rasgo necesario en mi trabajo.


Una mañana, cuando ya realizábamos trabajos con modelo vivos, llegó una señora como modelo que nos impactó: era bella, de rasgos muy finos, a quien su pobreza no le había arrancado el señorío ni la gran cuna. Callada, discreta, pero con una tristeza en la mirada que nos impactó a todos. No sé que me impulsó, pero lo cierto es que en mi trabajo se demostraba su vida anterior, su cuna, su belleza, la delicadeza de una dama en desgracia, y recordé mi pasado: nacer en cuna de oro con amor y el calor de los míos. Haber conocido el tener y el no tener... Todos tratamos, sin consultarnos, de esmerarnos, y de lograr de esa bella modelo un trabajo en el que se demostraba su origen y vida anterior: bella, distinguida, y no sé, posiblemente recordando lo que es tener y después no tener… lo cierto es que fue para mí mi mejor trabajo realizado en la Escuela de Bellas Artes. Realicé una obra que fue la mejor en ese año.Seguimos dibujando, y ese año saqué una de las mejores notas.

Cuando pensaba seguir avanzando en mi arte, ese año se produjeron sucesos negativos que determinaron el cierre temporal de la Escuela.


A los pocos meses ya no pude terminar el ciclo completo.


(Continúa...)


Cucha

31 de diciembre del 2015

El cumpleaños 95 - La Celebración