(Primera
parte)
La
razón de esta historia tiene por objeto analizar y
comparar el pasado con el presente. Es un mensaje sobre la situación
por la que estamos pasando, y, sobre todo, por lo que recuerdo de ese
pasado, con momentos álgidos, de incertidumbre, y también de
situaciones positivas. Hacer conocer muy someramente a los que
tuvieron en su manos los destinos de la patria.
Le doy gracias a Dios que me permite recordar tanto tiempo pasado y no
olvidar pasajes ni personajes que de hecho tuvieron en sus manos el
destino de nuestra patria. Muchos ignoran (por el hermetismo que la
rodeó) esta historia que empezaré a relatares basada solamente en
mis recuerdos.
Y así les digo que desde muy pequeña conocí al presidente Augusto B. Leguía, al cual me parece estar viendo cuando, en sus diarios recorridos por muchas calles de Lima, lo veía pasar, galante y sonriente, haciéndose querer por todos los ciudadanos de entonces. Sobre todo por lo que veían las personas mayores limeñas en él: a la persona que podía sacar adelante al Perú después de que nuestra patria quedó destrozada por efecto de la guerra del 79.
Y así les digo que desde muy pequeña conocí al presidente Augusto B. Leguía, al cual me parece estar viendo cuando, en sus diarios recorridos por muchas calles de Lima, lo veía pasar, galante y sonriente, haciéndose querer por todos los ciudadanos de entonces. Sobre todo por lo que veían las personas mayores limeñas en él: a la persona que podía sacar adelante al Perú después de que nuestra patria quedó destrozada por efecto de la guerra del 79.
Todo
lo bello que posee Lima es el resultado de su esfuerzo: fue
desapareciendo la pobreza, vivimos un renacer, nos sentimos seguros y
protegidos (lo supe primero por los míos, yo tenía pocos años,
pero después por mis estudios). Hubieron algunos que no
coincidían con él, pues tenían fortunas acumulas por herencia o
por otras causas, y ellos fueron los que empezaron a molestar en todo
lo que pudieron. Y más se agudizó el cambio con la llegada
de Haya de la Torre a Lima. Este era un estudiante peruano llegado
del exterior con un título de estudios.
Al
comienzo no se hizo conocido, pero empezó -seguramente con un plan
concebido de antemano- a reunir a jóvenes, la mayoría
estudiantes, y formó con ellos su propio partido llamado Asociación
Peruana Revolucionaria Americana (APRA), poniéndose al frente de ese
movimiento que empezó a actuar. Cambiando poco a poco, reunió a un
grupo grande de jóvenes, pues su hablar era muy persuasivo y viváz, y su
plan fue lo que sucedió: el revocar y sacar del poder al
presidente Leguía en su tercer período, al que lo llevó el pueblo
peruano.
Lo
tomó prisionero sin permitir que nadie lo visitara, y después de
varios días en que no se supo nada de él, llegó la infausta
noticia de que había fallecido. Ahora relataré lo que en verdad
sucedió: el presidente Leguía era un hombre de dinero. Nunca
cometió un acto reprobable, pero la nueva faceta del partido de Haya
de la Torre ya había decidido acabar con él. Sabiendo el presidente
anticipadamente que las cosas se pondrían peligrosas y dudosas, y
para evitar grandes problemas, durante la noche se embarcó en uno de
los buques de guerra, para dirigirse al exterior. Pero
desgraciadamente le dieron alcance y, al subir a bordo fue cuando los miembros de la tripulación, ocho valientes y fieles marineros, lo
cubrieron con su cuerpo y fueron criminalmente acribillados. Leguía fue tomado preso y lo llevaron al Panóctico -hoy Centro Cívico- (la
cárcel para los enemigos civiles del gobierno). Encerrado, sin
alimentos, prohibido de recibir ni a amigos ni a su familia, murió
de hambre a los pocos días.
Durante
el tiempo que pasó después, hubieron actos bochornosos,
desgobierno, inseguridad. No se podía transitar por las calles sin
correr peligro. Luego el descalabro llegó a los balnearios del
sur. Nuestra casa en Miraflores estaba construída en el Malecón
(hoy, de la Marina, el que sólo era un muro con tierra dura y
aplastada): empezaron los asaltos en todas las tiendas de comercio y
bazares. Hubieron saqueos y diariamente zumbaban las balas. Un día
cayó una al filo de la ventana donde, segundos antes, se encontraba
asomada mi tía Raquel.
Se
cometieron actos tan terribles y deshumanizados que preferiría no
contar, pero a uno de los oficiales que viajaron al norte para tratar
de ayudar, fueron aprehendidos y mutilados tanto, que a uno de ellos lo
reconocieron entre los fallecidos sólo porque usaba una bota más
corta que la otra...
Paso
un tiempo y para volver a vivir en paz, fue llamado a Lima el general
Benavides, quien con gran esfuerzo logró apaciguar el estado de
terror.
El
General pidió volver a su esposa a Lima por la paz que ya se sentía, y
esta bellísima dama, al llegar y ver como se encontraba el Palacio
de Gobierno y el hambre y la necesidad del pueblo, llegó al comedor
e inmediatamente, al ver la mesa llena de potajes, ordenó que todo
lo preparado fuera repartido entre los pobres. Juntos lograron hacer
renacer a Lima. Pasamos un tiempo de paz. En esa época yo ya iba al
colegio y todos supimos nuevamente que la calma y la paz se habían
logrado.
En
Lima se empezó a organizar el Primer Congreso Eucarístico Nacional,
tomando parte muchas personas y logrando un éxito total. Recuerdo
que cada día se había dedicado a distintos grupos y nosotros los
colegiales asistimos vestidos de gala. El día que nos tocaba ir,
sabíamos que ya teníamos nuestro sitio reservado. Estábamos
ubicados al costado de la tribuna oficial, pero al llegar, nos
encontramos con que estaba ocupado por otro colegio. Nuestra
directora reclamó el sitio y esto dió lugar a una discusión. La
señora Paquita Benavides, al escuchar las voces, indagó lo que
pasaba e inmediatamente habló con nuestra directora y nos invitó a
subir a la tribuna oficial y es de imaginar nuestra alegría. Así
era el corazón y la bondad de nuestra inolvidable señora Paquita de
Benavides.
Terminando
el período del presiente Benavides, subió al poder Manuel Prado, un
personaje que recuerdo dedicado a la mejora del país. Con él
tuvimos paz y progreso.
En el
año 1943 ingresé a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que, dicho
sea de paso, era una aspiración mía en mi afán por seguir
creciendo y aprendiendo todo lo que me era posible. La vida en
escuela fue inolvidable. Era un época que no se conocía lo
negativo, sobre todo en la verdadera amistad. Todos los compañeros
de la escuela eran excelentes. Formabamos un todo. Y una mañana llegó
un nuevo alumno: Víctor Humareda. Aún me sorprende el ansia por
alcanzar el saber y realizar lo que muchas veces nos nace del corazón
desde nuestros primero años. Y esa es la figura exacta de lo que
recuerdo fue la persona de Víctor: desde la primera lección
demostró su arte maravilloso. Era humilde y bueno. Fue un compañero
de estudios incomparable para mí. Nos ayudábamos mutuamente, pero
él era más requerido por mí cuando me era difícil un rasgo
necesario en mi trabajo.
Una
mañana, cuando ya realizábamos trabajos con modelo vivos, llegó
una señora como modelo que nos impactó: era bella, de rasgos muy
finos, a quien su pobreza no le había arrancado el señorío ni la
gran cuna. Callada, discreta, pero con una tristeza en la mirada que
nos impactó a todos. No sé que me impulsó, pero lo cierto es que
en mi trabajo se demostraba su vida anterior, su cuna, su belleza, la
delicadeza de una dama en desgracia, y recordé mi pasado: nacer en
cuna de oro con amor y el calor de los míos. Haber conocido el tener
y el no tener... Todos
tratamos, sin consultarnos, de esmerarnos, y de lograr de esa bella
modelo un trabajo en el que se demostraba su origen y vida anterior:
bella, distinguida, y no sé, posiblemente recordando lo que es tener
y después no tener… lo cierto es que fue para mí mi mejor trabajo
realizado en la Escuela de Bellas Artes. Realicé una obra que
fue la mejor en ese año.Seguimos dibujando, y ese año saqué una de
las mejores notas.
Cuando
pensaba seguir avanzando en mi arte, ese año se produjeron sucesos
negativos que determinaron el cierre temporal de la Escuela.
A los
pocos meses ya no pude terminar el ciclo completo.
(Continúa...)
Cucha
31 de
diciembre del 2015
No hay comentarios.:
Publicar un comentario