1.1.17

Feliz año nuevo, les deseo con todo mi amor

Trataré de escribir este mensaje en forma real. Hoy se agolpan en mí muchas emociones, recuerdos, y deseos de paz, amor, unidad y perdón.

En el mundo de hoy, ya nada más nos puede asombrar… Hace muchos años, la vida era muy distinta...

Me veo muy pequeña, en mi despertar de cada día con el canto de los gallos nuestros y de los vecinos. Tendría tres años, pero no olvido el barrio en que nací. “Abajo el puente”, apacible y bello. La bondad de las personas, la inocencia en el pensamiento de nosotros, los niños, que solo sabíamos vivir a plenitud, felices, sin temores, sin conocer la otra cara de la vida, la “maldad”.

Recuerdo que todas las mañanas empezábamos a escuchar los sones de la banda de músicos de la guardia del Palacio de Gobierno, acantonados a dos cuadras de la casa. Todos los chicos corríamos a la esquina para verlos pasar, y sentía algo muy raro en el corazón.

Recuerdo la Alameda de los Descalzos, lugar de juegos de todos los niños del barrio… Jugábamos felices, sin distinción de clases ni razas. Era un mundo lleno de sorpresas cada día, en el que descubríamos algo más.

También me veo en la casa de mi abuelita María, al pie de mi tía Raquel, extasiada escuchando la música de su piano maravilloso y bello. Era un piano de concierto, negro reluciente, inolvidable... Un día desapareció de mi vista… Ya después en Miraflores, en una casa hermosa, imensa, rodeada de jardines hasta el malecón y con el mar a nuestro lado. Con mi hermano Lizandro, jugábamos con los niños del campo. Paseábamos montados en los burros de los trabajadores, hijos de la gente humilde que tenía sus chacras y que nos cuidaban en todo momento. Gozábamos del sabor de la fruta que caía de los árboles, del repiqueteo de las campanas durante las procesiones, durante las que me vestían de angelito para echar las flores. Pero sobretodo recuerdo el amor que me rodeó de mi inmensa familia. 


Hoy todo esto, a pesar del tiempo, lo recuerdo entrañablemente por lo feliz que fui. Aquella infancia que se fue con el tiempo, me era muy amena, y yo siempre estaba tratando de aprender algo. Estaba en todo momento inquieta en cuanto a saber más. 

Me veo muy pequeña, siempre preguntona, curiosa, mirando el cielo en las noches y pensando que las luces que veía estaban tan cerca, que muchas veces estiré la mano para alcanzarlas ¡Qué belleza! Desde mi ventana se podía apreciar el Morro Solar, luego las luces de Chorrillos y Barranco, y, a mi lado derecho, embelezada podía contemplar el mar… Y seguía preguntándome si el sol se mojaba al acostarse, si las estrellas no se caían… Un día me esforcé tanto con mis preguntas que me asusté por el esfuerzo de entender. Tuve mucho miedo y me tiré en la cama, tapándome hasta la cabeza.

Tiempos maravillos, bellos e inolvidables... La suerte que tuve con los míos, donde cada cual sembró en mí lo mejor de sus anhelos, lo mejor de sus ejemplos y enseñanzas, es invalorable.

Hago una compración con el duro vivir del hoy. Con la inseguridad, el temor y la impotencia de no poder ayudar... Pero existe la fe, el amor, la esperanza, la ilusión, y, sobretodo, el amor de Dios y ya en el ocaso de mi vida, deseo que todo cambie.

Feliz Año Nuevo 2017.

Con amor,

Cucha



Diciembre del 2016

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El cumpleaños 95 - La Celebración