Sólo deseo que esta historia sea, para cada uno de ustedes, un soporte en las horas difíciles, un ejemplo de cómo aceptar la vida, tratando de vivirla intensamente cada día en un presente que es lo único que podemos atesorar...
21.12.15
Mis recuerdos
Fragmentos del transcurrir del tiempo, donde voy a tratar de poner al día ese pasado tan acomodaticio para muchos, según sus intereses...
Casi con estupor, veo que es muy fácil engañar en la actualidad por la falta de información e ignorancia por nuestro pasado.
Nací como si la vida me hubiera escogido para ser en el futuro la vocera de muchos acontecimientos y hechos perdidos en el tiempo, pero tan vivos en mí, que me han acompañado hasta el momento actual.
En la edad de la curiosidad por saber, fui implacable preguntando y observando a mi alrededor. Y es por eso que nadie me puede negar lo que viví.
Hoy, muchas personas, sobre todo los jóvenes, no saben que la realidad es otra que la que se les quiere hacer saber y son presa fácil de las mentiras, los bajos instintos de la falsedad, la poca vergüenza de a quien no le importa mentir con tal de hacer daño o tapar con un dedo el sol de la verdad. Sobre todo por la falta de escrúpulos que tienen muchos que se dicen políticos y, que perdonen, pero saben ni donde están parados.
Diariamente estoy al día con el acontecer nacional. Y por eso también me duele que la ambición haya cegado a los que deberían agradecer el tener por patria este paraíso bendito, “el granero del mundo”.
La historia peruana la aprendí además de a través de mis recuerdos, por mi familia, a la que más de un personaje histórico perteneció.
En esos tiempos de paz, la ciudad de Lima era un joya de gran valor, por su historia, por su arquitectura, por su majestuoso río Rímac, con un malecón a sus orillas construído especialmente para el grato encuentro de los vecinos y niños que gozábamos de diferentes entretenimientos. Abajo el Puente, hoy Rímac, lugar de mi nacimiento, muy bello con árboles majestuosos, balcones y su Alameda de los Descalzos. Lugar de inmenso valor, sobre todo porque todas las piezas que se usaron fueran traídas desde Europa.
El Cerro San Cristóbal coronado con la gran Cruz, el repicar de las campanas llamando a misa de 6am y construcciones cada cual más bella. Sigo recordando sobre todo el paseo Colón flanqueado por árboles, jardines y bancas, que, celebrando las grandes fiestas, era el recorrido forzoso de las familias limeñas.
Todo eso que yo conocí fue obra del presidente Augusto B. Leguía, quien recibió a Lima al ser declarado presidente, en completo destrozo, desastre y desolación,
Personajes negativos nunca faltaron y por propia conveniencia trataron por todos los medios, calumnias y bajezas hacer que el presidente Leguía desapareciera de la memoria de Lima y del Perú. Y sin el menor remordimiento lo hicieron prisionero en el antiguo Panóctico, lugar de reclusión para los políticos -hoy frente al Ministerio de Educación- dejándolo morir en completo abandono y miseria. Como una prueba de la gratitud de los ciudadanos de Lima, cuando pasó un tiempo prudente de calma, se dirigieron al Cementerio del Callao, desde donde cargaron su féretro en hombros hasta la ciudad de Lima.
Por ahora descanso. Me da pena recordar el pasado.
Con todo cariño,
Cucha
Diciembre del 2015
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